miércoles, 15 de julio de 2009

EL CLOSET: FRONTERA FAMILIAR.


Todo el que tiene hermanos y más cuando son del mismo sexo, entenderá de antemano el significado de este post. El closet, usualmente, conforma un tesoro donde guarnecen las “joyas” preciadas con la que nos adentramos a la sociedad. Ahí reposa esa camisa especial que nos regalaron no se cuando, esos suéteres especialmente elegidos por mí o por alguien que me quiere, aquellos pantalones meticulosamente buscados, los zapatos del día a día, los de vestir, los de farándula, en fin, toda la indumentaria con la cual nos presentamos ante los demás y que de por sí dicen un poco de quienes somos y cómo somos, aunque ojo, muy poco, para que no crean que la apariencia lo es todo.


Ahora bien, así como los tesoros eran fuente de la discordia entre piratas, corsarios, y cuasi-estados en los siglos XVII y XVIII, cuando estos merodeaban el caribe, lugar al que Juan Bosch bautizó como la “frontera imperial”, así mismo los hermanos, en su mayoría, suelen disputarse los tesoros ajenos que guarnecen en sus respectivos closets.


He visto toda clase de maniobras tendentes a resolver esos conflictos o bien propiciarlos, desde un hermano que literalmente encadenó su closet con candado y cerrojos, a otro hermano que con zizaya en mano rompió las cadenas y los candados para apropiarse del tesoro; pleitos eternos, rivalidades, trompadas, insultos….lo he visto todo aunque debo decir que sólo como espectador ya que en lo personal mi hermano y yo vivimos otra circunstancia.


Mi situación a mi entender es bien interesante ya que mi hermano y yo hemos desarrollado una especie de “código de aprobación de indumentaria”, cuyas disposiciones son todas implícitas ya que expresamente no hemos fijado ninguna de las reglas, pero a diario las cumplimos y es por ese acatamiento voluntario que puedo ahora sacar alguna de las disposiciones de dicho código:


- Si la ropa ajena es nueva no puede usarse hasta que haya transcurrido un plazo razonable para que se haya “socialmente” quemado.

- Cuando se usa cumpliendo la condición anterior no se quiere autorización.

- Cuando una ropa no puede usarse por no cumplir la primera regla, puede haber una excepción expresamente autorizada por su titular, pero sólo para ocasiones muy especiales en donde los lazos de hermandad procuran el desprendimiento.

- No usar, dentro de lo posible, ropa ajena cuando ésta fue regala por la pareja de tu hermano cuando esa pareja este presente.

- Conocer cuales son las ropas distintivas y especiales de cada quien, porque esas, una vez advertidas, conforman la misma clase que los cepillos dentales y los calzoncillos, simplemente no pueden usarse, sino hasta que su titular expresamente o por omisión te lo autorice.


En fin, esta son sólo alguna de las reglas que por su uso común he podido extraer del código de indumentaria mío y de mi hermano, pero lo que mueve estas líneas no es meramente dicho código, sino llamar la atención en lo que el mismo implica en el desarrollo del carácter de un individuo.


No tengo nada en contra de los hijos únicos, pero hay algo que siempre he notado de dicha condición y es que la misma esta privada de desarrollar ese tipo de códigos como el que sin darnos cuenta creamos mi hermano y yo, esas interacciones, a veces conflictivas, a veces amigables, que se suscitan entre hermanos y que nos ayuda a forjar el carácter con el que luego interactuaremos con la sociedad, con nuestros amigos, jefes, socios, etc. De cómo manejar ese tesoro que guarnece en nuestros closet pasaremos a cómo organizar una relación, un negocio, en fin, quizás una vida……. Ármense con un código provisto de equidad y suelten un poco el ego, que cuando ofrecen la llave de su closet, abren las puertas al crecimiento de su carácter!



P.D. El closet es sólo un escenario en donde estas luchas fraternales se dan, pero seguro que ha de ser uno de los más comunes.

jueves, 2 de julio de 2009

DE LIMPIAVIDRIOS, MENDIGOS Y MUTANTES


La reunión de estos tres sujetos en este post (limpiavidrios, mendigos y mutantes) no es accidental, los que me conocen saben muy bien que los limpiavidrios en especial, tienen un pequeño espacio en mi corazón, el espacio destinado para albergar sentimientos tan loables como la tirria, el pique, la cuerda, el odio, antipatía …. en fin todo un sinnúmero de sensaciones que en modo alguno implican la expresión de un sentimiento destinado a propiciar felicidad, muy por el contrario, estos propician la obtención de objetivos opuestos: malicia, crueldad, entre otros.


La presente nota es para advertir a la ciudadanía de una especie desconocida que se germina en las calles de nuestras ciudades, es un mutante que se va incubando poco a poco bajo las luces tricolores de los semáforos. Ya procuré advertir a las autoridades en diversas oportunidades, y al parecer, se toman muy a la ligera mis proclamas de advertencia y es por ello que me veo en la imperiosa necesidad de recurrir a estas vías para llamar la atención de la ciudadanía.


Señores, estamos presenciando la creación de una especie mutante, yo mismo he visto ante mis ojos la mutación, la transformación, es escalofriante…una vez que ésta fase concluya y la mutación esté consumada, no se cual será el futuro de nuestras intersecciones (esquinas).


Sucede que los limpiavidrios, especie de por sí degenerativa, esta presentando curiosos sintomas ya habituales en el desempeño de sus funciones, y es que una vez que culminan la prestación de un servicio (limpiar el vidrios) del que nadie les ha solicitado, si el “cliente” se rehúsa a retribuirle por el servicio no exigido, ya sea por confesa voluntad o quizás por no disponer del “menudo” ya que dicho sea de paso, hay un acuerdo implícito de que sus servicios sólo se retribuyen con monedas y nunca con papel y espero de verdad que ese acuerdo nunca se infrinja, en fin, ese sólo hecho, es decir, la negativa a pagar por un servicio no solicitado, sirve de aliciente para que los síntomas de la mutación empiecen a presentarse y los cuales detallo a continuación:


- Colocación del rostro directamente sobre el cristal del frente o bien del conductor.

- Cambio repentino y brusco de la expresión facial, de un diestro prestador de servicios no exigidos al más lastimoso, precario y penoso de los seres.

- Sutilmente golpear el cristal y con el rostro transformado hacer alusión a que tiene hambre o que esta padeciendo enormemente los embates de la vida.

- Culminar con una frase propia de otro gremio: Dame algo!, pero que en su léxico se pronuncia: “Damiaigo”.


Ahí esta señores, la prueba ineludible de que estamos siendo testigos de una transformación nunca vista en nuestra sociedad: Los limpiavidrios se estan mutando con los mendigos, para nuestra desgracia están formando una sola especie. En un solo ser se encontraran las cualidades de mendigo y limpiavidrios!! Ay Dios mío, y ahora quien podrá defendernos??


Que conste que se lo advertí, para que cuando sean victimas de esta nueva especie no los enfrenten desprevenidos, esta infame especie cuyo nombre científico de motus propio enuncio como “Limpividrius Mendigus”.


Ya por mi parte empecé a solicitar la patente de un dispositivo para conductores que quizás sirva para paliar un poco los efectos nocivos de esta nefasta especie. El dispositivo es un prototipo similar a las viseras, antojeras o tapaojos que se emplean para los caballos, el problema es que estas sólo sirven para protegerse de los síntomas que se manifiestan en la ventana del chofer pero no en el cristal frontal, aunque debo decir que este dispositivo causara un gran efecto en el animo de los mutantes lo que quizás puede repeler sus efectos sobre quien los utilice. Los interesados no duden en contactarme que con gusto les encomiendo la confección del dispositivo, el cual, debo decir por ahora carece de nombre.