jueves, 5 de marzo de 2009

"DEI SITIO" AL PUEBLO Y DEL PUEBLO A LA CIUDAD



Los antropólogos y los sociólogos podrán tener las herramientas científicas que les indiquen los patrones necesarios para determinar si una determinada “comarca” eleva su estatus, es decir, si un paraje se torna en una sección y ésta última en pueblo y el pueblo finalmente en ciudad.


No creo que esto tenga mucho que ver con el número de personas que habiten el conglomerado, aunque creo que la cantidad de habitantes es la variable mas preponderante a la hora de otorgarle el renglón a un grupo de habitantes. Digo que la cantidad no incide en mi análisis porque cuantas “ciudades” en el fondo no son mas que pueblos, y cuantos pueblos se comportan como verdaderas ciudades??.


En fin, pensando el otro día di al traste con una variable con la que pueden ustedes determinar si donde viven es un paraje, una sección, un pueblo o ciudad; emulando a los humanos, podrían saber si su comarca, es un bebe en gestación, un infante, un adolescente o bien todo un adulto, todavía esta por verse cuando están los conglomerados en su envejecimiento o senectud.


La prueba es sencilla. Si en el mes de noviembre, no recuerdo con exactitud cual día, se sorprenden con ver harina y vestigios de huevos con cascarones tirados por doquier, entonces sepan que viven en un pueblo, si no saben por qué habrían de ver harina y huevos, pues es muy probable que ustedes no vivan en un pueblo y que se encuentren o bien en un pueblo en transición o en una ciudad en su sentido demográfico.


Así es, esa es mi prueba: huevos y harina; los mismos ingredientes con que se prepara un buen día de San Andrés, ahhh!! ahora lo recuerdan!?, pues sí, si en donde viven celebran esta fecha con la antigua usanza del huevo y la harina o incluso mas evolucionada con fundas de agua (o de orina), huevos güeros, naranjas podridas, etc, es casi seguro que usted reside en un pueblo o pueblecito de esta bella Quisqueya.


Les digo esto porque mi querida La Vega, “ciudad” culta y olímpica, hace ya un buen tiempo que dejo de ser una infante, paso la adolescencia y empieza a tornarse en adulta, y el primer síntoma que le veo es el abandono de los huevos y la harina en noviembre. No se confundan, no lo digo con alegría porque de verdad me da pena con la nueva generación que no sabrá lo maravillosas que fueron esas guerras de San Andrés, único día en donde las calles eran verdaderas trincheras, donde las casas eran fortalezas, donde el barrio o la zona se convertía en tu bandera y patria, y hacías todo lo posible por protegerla de los eventuales invasores con las armas que el día te propiciaba: huevos y harina.

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